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andregaedo

Recuerdo: Mi primer viaje en avión

Actualizado: 5 oct 2021







Tenía 23 años (hace 14 años), cuando por trabajo, me enviaron a cubrir "la semana del ron" a Cuba. Un premio en medio de tanto reporteo ingrato, plantones, casos policiales complejos.

La noticia la recibí con alegría, pero también con algo de temor, pues sería mi primer viaje en avión y duraría varias horas, así que más valía que me acostumbrara a la idea pronto, o en vez de pasarlo bien, el viaje se transformaría en una complicación.

Recuerdo la noche previa al vuelo y debo admitir que tenía algo de temor. Viajar 6 horas hasta Panamá y luego 2 más hacia La Habana, parecía eterno... además, no sabía de trámites aduaneros ni nada de eso. Imposible no ponerme nerviosa.

Temprano me pasaron a buscar y nos fuimos al aeropuerto con mi camarógrafo, quien si bien había viajado antes, le temía a los despegues y aterrizajes, secreto que me comentó cuando estábamos a punto de despegar.

En el aeropuerto todo fue una aventura; desde embarcar la maleta, hacer el trámite en policía internacional, llenar papeles, preocuparme de no llevar nada no permitido en la cabina del avión, hasta encontrar la puerta en un aeropuerto relativamente pequeño como lo es el Arturo Merino Benítez.

Ya a punto de embarcar, las sensaciones fueron diversas: temor, entusiasmo, adrenalina... hoy me río de aquel momento, pues cual Carmela de San Rosendo, me enfrentaba a algo completamente desconocido, pero, a la vez no dejo de atesorarlo porque fue una experiencia increíble.

Al ingresar al avión (uno de la aerolínea Copa), me ahogué! literalmente sentí por primera vez algo de claustrofobia, pero por suerte fue momentáneo y me acostumbré rápido a las ventanas pequeñas. Luego vino la hora de acomodarnos en los asientos, escuchar las recomendaciones, hasta que el avión comenzó a moverse. Ya no había más que hacer que disponerse a disfrutar de este primer viaje aéreo.

La carrera previa a elevar el vuelo ya me había asustado, pero cuando el avión despegó su ruedas del suelo sentí una sensación indescriptible. ¡Estaba volando y si todo salía bien, lo haría por varias horas más! Me encomendé a Dios por quincuagésima vez y me fui relajando.

El servicio a bordo contribuyó a ello; recuerdo que nos dieron el almuerzo y nos ofrecieron un bajativo; mi colega me dijo: "debes tomarte un whisky en las alturas", y yo que jamás había probado dicho licor, acepté. Me relajé y afortunadamente la altura evitó que hiciera su total efecto embriagador... así que todo bien.

Aterrizamos en Panamá en medio de una tormenta eléctrica... la más fuerte que había visto en mi vida. ¡Llovía a cántaros! Pero al menos estaba en tierra.

Teníamos una escala de 2 horas y yo confiaba que la tormenta pasaría, para poder despegar sin problemas hacia la isla, pero no fue así; la cosa empeoró aún más y yo ansiaba, verdaderamente, que cancelaran el vuelo, pero nuevamente no fue así; despegamos en medio de truenos y relámpagos que iluminaban por completo el avión. Parecía sacado de una película y una en la que los protagonistas morían producto de un rayo. Y no estoy exagerando.

Fue un vuelo movido... sin servicio a bordo producto de las turbulencias. Aún recuerdo cómo se derramaba la bebida que alcanzaron a traerme antes de que suspendieran la cena.

Ya entregada al destino, me relajé. ¡No quedaba otra!

Tras dos horas y tanto aterrizamos sanos y salvo, pero con una odisea que contar, que a esta altura resultaba una anécdota, pues ya estaba en la isla de Fidel, y sólo eso importaba; ansiaba recorrer sus calles, conocer sus playas, reportear la semana del ron, visitar La Bodeguita del Medio, El Floridita y tantos otros lugares.

Nos alojamos en el Hotel Nacional, un histórico y refaccionado hotel que encanta a cualquiera; nuestra agenda era ir de fiesta en fiesta en medio de una competencia mundial de bartenders organizada por Ron Havana... un verdadero gusto tropical. Eso, hasta que el mítico Fidel Castro renunció al poder a través de un comunicado de prensa publicado en el Granma, periódico oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

Adiós fiesta por dos días y bienvenido el reporteo de la contingencia. Sin lugar a dudas, lo más adrenalínico no sería mi primer vuelo... sino poder estar y cubrir tamaño hecho histórico a nivel mundial y poder contar esa historia.



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